Conchi podría haber llamado a su libro “El jugador”, como Dostoievski, o más bien “La jugadora” ¿Acaso no es una jugadora de éxito aquella a quien su ADN le ha dado en suerte una pareja de doses y ha sabido convertirla a lo largo de la partida de la vida en una escalera de color?

En un mundo donde el éxito suele medirse por lo que mostramos, por lo que los demás pueden apreciar de nosotros en un simple vistazo, nos sentimos obligados a ser etiquetas andantes. Entonces llega un día en que no podemos o no queremos ser solo eso, y generalmente ese día no nos pilla preparados, hemos dejado que nuestra vida interior se quede mustia de no regarla. Conchi, seguramente, ya tenía desde muy joven un interior hermoso y acogedor en el que guarecerse. Ella sabía de la vida, de la enfermedad y de la muerte, con la ELA presente en su familia desde hacía mucho, y esto le daba, tanto a su perspectiva de la vida como a su forma de encajar la adversidad, una visión muy poco común.

Me remito a ese sublime arranque del libro, donde Conchi nos habla de las dos voces que luchan en ella. La de la autocompasión y la de la fortaleza. Esas que se disputan el poder el día en que conoce su diagnóstico: por un lado, la afligida, la devastada, y por otro la que se abre camino por encima de la primera hablándole de la ventaja de conocer esa “fecha de caducidad”, de poder plantarle cara a lo que quiere devastarla, porque ahora ya puede mirarlo de frente. Te engancha en la lectura esa sinceridad que pocos son capaces de mostrar. Después avanzamos en el libro, y nos sucede un poco como con la película Titanic, sabes lo que va a pasar, y aun así tienes la esperanza todo el tiempo de que el iceberg no aparezca. Porque Conchi es fuerte e inteligente, lo vas sabiendo en cada línea, y alguien que sabe navegar de esa manera quizás consiga cambiar el rumbo de ese barco del que creemos saber su fin.

También he pensado mucho leyendo este libro en la felicidad condicional. En cómo nos negamos a ser felices porque siempre estamos esperando que algo que ha de llegar será lo que nos de la felicidad absoluta. Y es que muchas veces los deseos de algo incierto nos niegan la oportunidad de ser felices con el aquí y el ahora

Su historia, repleta de olas de rompen contra su cuerpo, en lugar de hacerlo contra la orilla, nos sorprende en cada capítulo por su habilidad, como dice ella, para surfearlas. Parece una atleta hawaiana en una rompiente infinita.

Son tantas las enseñanzas de este libro. En primer lugar, sobre la ELA, de la que todos hemos escuchado algo, pero muy pocos sabemos cuáles son sus terribles consecuencias. También, de lo poco que se ha avanzado aún en su investigación y de que es necesario poner más medios para dar con una cura. Después, y no menos importante, el descubrimiento de personas que no se rinden cuando los demás lo hubiéramos hecho contra luchas muchísimo más inferiores. Conchi es un ejemplo de lo que los antiguos griegos llamaban el estoicismo, que no es otra cosa que una herramienta para la búsqueda del autocontrol, de la constancia y la sabiduría. A lo largo de las páginas de este libro descubrimos capitulo a capitulo que ella tiene el valor de aceptar las cosas que no puede cambiar y también el necesario para cambiar las que sí puede hacerlo, además de la sabiduría para distinguirlas.

Fecha de publicación: 26/03/2023

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